EL CERRO TIRAMUTO
Este bellísimo cerro puede apreciarse al
sureste de Tinaco, estado Cojedes, y constituye el emblema orográfico más
llamativo de la región. Particularmente,
llama la atención su bellísimo verde esmeralda que se intensifica con el
sol vespertino. Es imposible no reparar en él cuando se circula por esa
carretera y es muy difícil captar con una cámara simple sus impresionantes
matices verdes.
"Está conformado
por sabanas y pequeñas elevaciones rocosas con diversidad de árboles y
arbustos. En su vertiente nacen numerosas quebradas, entre ellas El Pesquero y
Guamontey. Cuenta con una superficie geográfica de 2,5 km2 y con una altura
aproximada de 855 m sobre el nivel del mar. Su denominación procede de una voz
indígena de la etnia caribe que significa "Fortaleza" y se refiere a
su postura de guardián y vigilante en la época precolombina, ante los posibles
ataques de otras etnias.
La
historia del Cerro Tiramuto ha girado en torno a mitos y leyendas. Según la
tradición, hay una laguna negra en su cima, un volcán que de un momento a otro
hará erupción y un león gigante. También
se dice que está unido a un brazo por el cual se comunica con el mar. Se afirma
que en cuarenta días exactamente antes de la entrada de las primeras lluvias
emite un sonido como especie de un trueno.
La espectacular belleza de Tiramuto ha sido la fuente de inspiración de innumerables artistas del pincel y la pluma. Su fastuosa imagen ha sido plasmada en muchos lienzos de pintores de renombre, entre los que destacan Amílcar Alejo, R.J Abreu, Marcos Morales, Ángel Vargas, Ernesto Portocarrero, Jaime Núñez, Migdalia Paolini y Marcos Rivas. Además dos ilustres tinaqueros le dedicaron parte de su obra poética. Uno fue el doctor José Carrillo Moreno con su poemario Tiramuto el otro fue Francisco María Arias con Tiramuto, La Cueva del Ermitaño.
Además se cuentan Tres
hermanos y una Leyenda mito escrito por el actor y escritor Rafael Arias;
Tiramuto y Tiriguá una leyenda del historiador Octavio Páez. También se
menciona en una novela del escritor valenciano Armando Celis. Fue una
referencia visual y aún continúa siéndolo. El nombre de este imponente símbolo
natural llegó a sonar en todo el territorio americano y parte de Europa, ya que
durante la década de los ochenta, fue la llamada de uno de los mejores pilotos
de combate en toda la historia de la aviación militar de Venezuela, el general
Antonio María Conde Casadiego, hijo insigne de Tinaco.
Es un lugar natural,
muy visitado por turistas y vecinos de la comunidad para tomar fotografías y
hacer investigaciones"
Consideraciones
históricas: El término Formación Tiramuto fue introducido formalmente por
Menéndez (1965), para describir un conjunto de rocas volcánicas suprayacentes a
la Formación Paracotos, en la región de El Tinaco, Cojedes. Bellizzia y
Rodríguez (1976), discutieron su edad y correlación. González de Juana et al.
(1980), presentaron un resumen de lo publicado.
Localidad tipo: Cerro
Tiramuto; 11.5 km al este de El Tinaco, distrito Tinaco del estado Cojedes
(Hojas 6544 y 6545, esc. 1:100.000, Cartografía Nacional).
Descripción litológica:
Según Menéndez (op. cit.), la Formación Tiramuto está compuesta por un conjunto
de metatobas líticas básicas, metatobas vítricas líticas y lavas básicas, junto
con limolitas tobáceas y lutitas ftaníticas. Estos dos últimos tipos de roca,
se presentan en toda la sección en capas de hasta 20 m de espesor, formando
intercalaciones de capas de varios milímetros a 30 cm de tobas densas, gris
verdoso y lutitas ftaníticas gris oscuro, observándose una gradación entre las
tobas y las lutitas. Las tobas líticas y las brechas tobáceas, son también
abundantes y están formadas por fragmentos angulares de lava básica, verde
grisácea, en una matriz densa, verde oscuro a negro. Las lavas presentan
fenocristales de plagioclasa y augita, en una matriz de fragmentos angulares de
piroxeno y plagioclasa. Las metatobas vítricas están formadas por fragmentos
líticos irregulares, compuestos por plagioclasa (albita) y algo de piroxeno, en
una matriz criptocristalina clorítica. Intercaladas con estas metatobas
vítricas, se encuentran algunos flujos de lava básica alterada, de color verde
oscuro, con abundantes amígdalas de cuarzo y calcita y vetas de epídoto.
Los minerales primarios
son plagioclasa, alterada a clorita y sencita y augita, con clorita, epídoto y
pumpellita como secundarios.
La Formación Tiramuto
está intrusionada en varios niveles, por sills de gabro augítico. Los sills son
concordantes con la roca caja y su espesor varía entre 5 y 15 m. El gabro está
compuesto por augita, clinopiroxeno y plagioclasa, con parches de prehnita y
sericita.
Según Menéndez (op.
cit.), la formación ha sufrido un metamorfismo de grado bajo, intermedio entre
las facies de la zeolita y del esquisto verde. Bellizzia y Rodríguez (op.
cit.), la situan en la facies de la prehnita-pumpellita.
Espesor: Se ha estimado un espesor aproximado de al
menos 1.000 m para esta unidad.
Extensión geográfica:
La unidad aflora en la parte norte del estado Cojedes, desde el cerro Tiramuto
al este, hasta el caserío de Gamelotal al oeste.
Contactos: La Formación
Tiramuto está en contacto de falla con la Formación Paracotos. Se considera que
la unidad está en posición alóctona sobre las rocas de la faja de Paracotos.
Fósiles: No se han
descrito fósiles en la formación, aunque Menéndez (op. cit.) menciona
abundantes radiolarios en capas ftaníticas.
Edad: Menéndez (op.
cit.) asignó tentativamente una edad Maastrichtiense-Paleoceno a la formación,
basándose en su posición respecto a la Formación Paracotos. Martín Bellizzia
(1968), citando a Hess, presenta una edad de 77 ± 8 m.a. por el método K/Ar, en
piroxeno y roca total, en un gabro en el cerro Tiramuto. Esta determinación
daría una edad Campaniense para la roca.
Correlación: Menéndez
(op. cit.), discute la posible correlación de la Formación Tiramuto, con las
rocas volcánicas del Grupo Villa de Cura y con las de la Formación Tiara.
Bellizzia y Rodríguez (op. cit.), sugieren correlación con la Formación San
Quintín que aflora al norte del estado Yaracuy.
El extraño, doloroso y
persistente bramido que sale del cerro Tiramuto es una de las expresiones más
íntimas del noble y querido pueblo cojedeño. Hasta hace pocos años, los
habitantes de la zona, en épocas de intenso calor, oían, saliendo de las
entrañas del cerro un retumbo, un como espantoso bramido de res enferma o
moribunda que se extendía, a lomos del viento, por todos los caseríos cercanos.
Era impresionante oírlo
nos dicen los queridos amigos profesores de San Carlos. Muchas veces se
confundían con uno de los muchos y frecuentes truenos que suenan lejos, no se
sabe si al norte o al sur y muchos lo percibían en el terrible candelazo de la
centella que se precipita a tierra hasta penetrarla. En el relámpago, en el
trueno los cojedeños creían oír al Tiramuto que se expresaba en leyendas
misteriosas y terribles.
Hay más de una versión
de quien o quienes habitan en las entrañas del cerro de Tiramuto. Además de un
retrasado discípulo de Vulcano se llegó a creer en poderosos guerreros que se
quedaron escondidos después de la llegada de los españoles y que murieron en el
interior de las cavernas que deben cruzar al cerro en todas direcciones y sus
almas en pena van y vienen, en la calurosa tarde cojedeña o en las noches más
negras haciendo de las suyas al amparo absoluto de las sombras.
La
voz de los viejos maestros, de los cronistas se angustian buscándole la
explicación más sensata pero todo cae dentro del misterio, de las cosas que sin
explicaciones pasan, de los ruidos que sin hallarle lógica sienten.
Tiramuto
es el cerro que no llega a medir más de 900 metros de altura situado al
suroeste de El Tinaco y así como el Ávila caraqueño ha inspirado poemas,
canciones y cuadros. Ha dado pie a leyendas en la época de la Guerra de la
Emancipación y llegó a ser, en los tiempos que no habían camino ni trochas sino
la horizontalidad absoluta de los llanos, una referencia, una orientación
segura para los viajeros que iban o venían al centro del país por las vías de
los pueblos cojedeños.
En
aquellos días cuando vinieron los españoles llamaron a Tiramuto, La Galera por
el parecido que guardan el cerro y el buque de este tipo visto a lo lejos, pero
después de escuchar el nombre del cerro en la boca de los indios que vivían en
los alrededores les pareció que decían Tiramures, Tiramutis, Tiramuto y se
quedó así y no se limitaron a llamar solo al cerro, sino que Tiramuto fue la
cadena de bajas y bellas colinas con las que el poderoso sistema de la
Cordillera de la Costa se hunde en el piso bajo de los llanos cojedeños.
Y así se quedó y así será para siempre.
Aunque ya nadie en El Tinaco ni en poblaciones cercanas que oiga sus desgarradores
bramidos y vea caer los relámpagos, se asuste o se asombre, el cerro será
siempre el vigía del Cojedes de siempre y como un gran y poderoso animal
prehistórico que nos saluda desde su atalaya siempre estará allí. Será un aviso
de que las almas que, en pena y en eterno vagar, viven en sus entrañas y que
quizás vuelvan a quejarse, ruidosamente, cuando alguien quiera hacerle mal a la
tierra milagrosa de Cojedes.
Gracias por ofrecer un espacio lleno de nuestra cultura e historia
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