miércoles, 1 de julio de 2015

EL CERRO TIRAMUTO

EL CERRO TIRAMUTO


        Este bellísimo cerro puede apreciarse  al  sureste de Tinaco, estado Cojedes, y constituye el emblema orográfico más llamativo de la región. Particularmente,  llama la atención su bellísimo verde esmeralda que se intensifica con el sol vespertino. Es imposible no reparar en él cuando se circula por esa carretera y es muy difícil captar con una cámara simple sus impresionantes matices verdes.

         "Está conformado por sabanas y pequeñas elevaciones rocosas con diversidad de árboles y arbustos. En su vertiente nacen numerosas quebradas, entre ellas El Pesquero y Guamontey. Cuenta con una superficie geográfica de 2,5 km2 y con una altura aproximada de 855 m sobre el nivel del mar. Su denominación procede de una voz indígena de la etnia caribe que significa "Fortaleza" y se refiere a su postura de guardián y vigilante en la época precolombina, ante los posibles ataques de otras etnias.

        La historia del Cerro Tiramuto ha girado en torno a mitos y leyendas. Según la tradición, hay una laguna negra en su cima, un volcán que de un momento a otro hará erupción y un león  gigante. También se dice que está unido a un brazo por el cual se comunica con el mar. Se afirma que en cuarenta días exactamente antes de la entrada de las primeras lluvias emite un sonido como especie de un trueno.


      La espectacular belleza de Tiramuto ha sido la fuente de inspiración de innumerables artistas del pincel y la pluma. Su fastuosa imagen ha sido plasmada en muchos lienzos de pintores de renombre, entre los que destacan Amílcar Alejo, R.J Abreu, Marcos Morales, Ángel Vargas, Ernesto Portocarrero, Jaime Núñez, Migdalia Paolini y Marcos Rivas. Además dos ilustres tinaqueros le dedicaron parte de su obra poética. Uno fue el doctor José Carrillo Moreno con su poemario Tiramuto el otro fue Francisco María Arias con Tiramuto, La Cueva del Ermitaño.


      Además se cuentan Tres hermanos y una Leyenda mito escrito por el actor y escritor Rafael Arias; Tiramuto y Tiriguá una leyenda del historiador Octavio Páez. También se menciona en una novela del escritor valenciano Armando Celis. Fue una referencia visual y aún continúa siéndolo. El nombre de este imponente símbolo natural llegó a sonar en todo el territorio americano y parte de Europa, ya que durante la década de los ochenta, fue la llamada de uno de los mejores pilotos de combate en toda la historia de la aviación militar de Venezuela, el general Antonio María Conde Casadiego, hijo insigne de Tinaco.

Es un lugar natural, muy visitado por turistas y vecinos de la comunidad para tomar fotografías y hacer investigaciones"

   Consideraciones históricas: El término Formación Tiramuto fue introducido formalmente por Menéndez (1965), para describir un conjunto de rocas volcánicas suprayacentes a la Formación Paracotos, en la región de El Tinaco, Cojedes. Bellizzia y Rodríguez (1976), discutieron su edad y correlación. González de Juana et al. (1980), presentaron un resumen de lo publicado.

       Localidad tipo: Cerro Tiramuto; 11.5 km al este de El Tinaco, distrito Tinaco del estado Cojedes (Hojas 6544 y 6545, esc. 1:100.000, Cartografía Nacional).

     Descripción litológica: Según Menéndez (op. cit.), la Formación Tiramuto está compuesta por un conjunto de metatobas líticas básicas, metatobas vítricas líticas y lavas básicas, junto con limolitas tobáceas y lutitas ftaníticas. Estos dos últimos tipos de roca, se presentan en toda la sección en capas de hasta 20 m de espesor, formando intercalaciones de capas de varios milímetros a 30 cm de tobas densas, gris verdoso y lutitas ftaníticas gris oscuro, observándose una gradación entre las tobas y las lutitas. Las tobas líticas y las brechas tobáceas, son también abundantes y están formadas por fragmentos angulares de lava básica, verde grisácea, en una matriz densa, verde oscuro a negro. Las lavas presentan fenocristales de plagioclasa y augita, en una matriz de fragmentos angulares de piroxeno y plagioclasa. Las metatobas vítricas están formadas por fragmentos líticos irregulares, compuestos por plagioclasa (albita) y algo de piroxeno, en una matriz criptocristalina clorítica. Intercaladas con estas metatobas vítricas, se encuentran algunos flujos de lava básica alterada, de color verde oscuro, con abundantes amígdalas de cuarzo y calcita y vetas de epídoto.

Los minerales primarios son plagioclasa, alterada a clorita y sencita y augita, con clorita, epídoto y pumpellita como secundarios.

     La Formación Tiramuto está intrusionada en varios niveles, por sills de gabro augítico. Los sills son concordantes con la roca caja y su espesor varía entre 5 y 15 m. El gabro está compuesto por augita, clinopiroxeno y plagioclasa, con parches de prehnita y sericita.

      Según Menéndez (op. cit.), la formación ha sufrido un metamorfismo de grado bajo, intermedio entre las facies de la zeolita y del esquisto verde. Bellizzia y Rodríguez (op. cit.), la situan en la facies de la prehnita-pumpellita.

         Espesor: Se ha estimado un espesor aproximado de al menos 1.000 m para esta unidad.

        Extensión geográfica: La unidad aflora en la parte norte del estado Cojedes, desde el cerro Tiramuto al este, hasta el caserío de Gamelotal al oeste.

      Contactos: La Formación Tiramuto está en contacto de falla con la Formación Paracotos. Se considera que la unidad está en posición alóctona sobre las rocas de la faja de Paracotos.

        Fósiles: No se han descrito fósiles en la formación, aunque Menéndez (op. cit.) menciona abundantes radiolarios en capas ftaníticas.

     Edad: Menéndez (op. cit.) asignó tentativamente una edad Maastrichtiense-Paleoceno a la formación, basándose en su posición respecto a la Formación Paracotos. Martín Bellizzia (1968), citando a Hess, presenta una edad de 77 ± 8 m.a. por el método K/Ar, en piroxeno y roca total, en un gabro en el cerro Tiramuto. Esta determinación daría una edad Campaniense para la roca.

      Correlación: Menéndez (op. cit.), discute la posible correlación de la Formación Tiramuto, con las rocas volcánicas del Grupo Villa de Cura y con las de la Formación Tiara. Bellizzia y Rodríguez (op. cit.), sugieren correlación con la Formación San Quintín que aflora al norte del estado Yaracuy.

        El extraño, doloroso y persistente bramido que sale del cerro Tiramuto es una de las expresiones más íntimas del noble y querido pueblo cojedeño. Hasta hace pocos años, los habitantes de la zona, en épocas de intenso calor, oían, saliendo de las entrañas del cerro un retumbo, un como espantoso bramido de res enferma o moribunda que se extendía, a lomos del viento, por todos los caseríos cercanos.

         Era impresionante oírlo nos dicen los queridos amigos profesores de San Carlos. Muchas veces se confundían con uno de los muchos y frecuentes truenos que suenan lejos, no se sabe si al norte o al sur y muchos lo percibían en el terrible candelazo de la centella que se precipita a tierra hasta penetrarla. En el relámpago, en el trueno los cojedeños creían oír al Tiramuto que se expresaba en leyendas misteriosas y terribles.

         Hay más de una versión de quien o quienes habitan en las entrañas del cerro de Tiramuto. Además de un retrasado discípulo de Vulcano se llegó a creer en poderosos guerreros que se quedaron escondidos después de la llegada de los españoles y que murieron en el interior de las cavernas que deben cruzar al cerro en todas direcciones y sus almas en pena van y vienen, en la calurosa tarde cojedeña o en las noches más negras haciendo de las suyas al amparo absoluto de las sombras.

La voz de los viejos maestros, de los cronistas se angustian buscándole la explicación más sensata pero todo cae dentro del misterio, de las cosas que sin explicaciones pasan, de los ruidos que sin hallarle lógica sienten.

Tiramuto es el cerro que no llega a medir más de 900 metros de altura situado al suroeste de El Tinaco y así como el Ávila caraqueño ha inspirado poemas, canciones y cuadros. Ha dado pie a leyendas en la época de la Guerra de la Emancipación y llegó a ser, en los tiempos que no habían camino ni trochas sino la horizontalidad absoluta de los llanos, una referencia, una orientación segura para los viajeros que iban o venían al centro del país por las vías de los pueblos cojedeños.

En aquellos días cuando vinieron los españoles llamaron a Tiramuto, La Galera por el parecido que guardan el cerro y el buque de este tipo visto a lo lejos, pero después de escuchar el nombre del cerro en la boca de los indios que vivían en los alrededores les pareció que decían Tiramures, Tiramutis, Tiramuto y se quedó así y no se limitaron a llamar solo al cerro, sino que Tiramuto fue la cadena de bajas y bellas colinas con las que el poderoso sistema de la Cordillera de la Costa se hunde en el piso bajo de los llanos cojedeños.

       Y así se quedó y así será para siempre. Aunque ya nadie en El Tinaco ni en poblaciones cercanas que oiga sus desgarradores bramidos y vea caer los relámpagos, se asuste o se asombre, el cerro será siempre el vigía del Cojedes de siempre y como un gran y poderoso animal prehistórico que nos saluda desde su atalaya siempre estará allí. Será un aviso de que las almas que, en pena y en eterno vagar, viven en sus entrañas y que quizás vuelvan a quejarse, ruidosamente, cuando alguien quiera hacerle mal a la tierra milagrosa de Cojedes.

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